Para algunas personas, dormir mal durante la noche era un problema frecuente. Pero tras la propagación del coronavirus por el mundo, el aumento de casos de personas contagiadas, y la trágica pérdida de más de 3,7 millones de vidas humanas desde diciembre de 2019 hasta ahora han hecho que hoy muchas personas sufran también el “Covid-somnia”, el trastorno de sueño en pandemia que los especialistas médicos ya advierten que hay que considerar dentro de la política de salud mental de cada país por el impacto que puede dejar en la población.
En los Estados Unidos, la Academia Americana de Medicina del Sueño había realizado una encuesta el año pasado que reveló que el 20 por ciento de las personas decían tener problemas para dormir en el contexto de la pandemia. La encuesta se repitió 10 meses después en marzo pasado. Esas cifras aumentaron drásticamente. Aproximadamente el 60 por ciento de las personas dijo que tenía problemas de insomnio relacionados con la pandemia, y casi la mitad informó que la calidad de su sueño había disminuido, a pesar de que las tasas de la infección por el coronavirus han disminuido y el país se está abriendo de nuevo.
Las dos causas fundamentales del “Covid-somnia” en pandemia son los niveles de estrés y ansiedad que se dispararon. En un informe publicado en mayo, la Asociación Americana de Psiquiatría descubrió que la mayoría de los estadounidenses seguían preocupados por su salud, sus finanzas y la posibilidad de que un ser querido sufriera el Covid-19. Más de la mitad de los padres dijo que estaba preocupada por el estado mental de sus hijos, y el 41% de los adultos dijo que tenía más ansiedad este año que durante los primeros meses de la pandemia.
Dormir mal de forma crónica es mucho más que una molestia. Es un trastorno que puede debilitar el sistema inmune, reduce la memoria y la capacidad de atención y aumenta la probabilidad de padecer afecciones crónicas como la depresión, la diabetes de tipo 2 y las enfermedades cardíacas. Hay estudios científicos que sugieren que cuanto menos se duerme, menos se vive. En el caso de las personas mayores de 50 años, dormir menos de seis horas por noche puede incluso aumentar el riesgo de demencia.
“Notamos muchos cambios. El Covid-somnia es la otra pandemia”, dijo Mirta Averbuch, directora del centro Somnos y ex presidenta de la Asociación Argentina de la Medicina del Sueño. En la Argentina, una encuesta realizada por esa asociación ya había revelado que más de la mitad de la población general como el personal de la salud tenía problemas del sueño durante la primera etapa de la pandemia durante 2002.
“En la encuesta, se encontró que los que sufrían insomnio el año pasado también tenían síntomas de ansiedad y depresión. Las consultas aumentaron y siguen creciendo por el problema este año. Es muy difícil resolver el problema mientras esta situación de la pandemia persista”, dijo Arturo Garay, jefe de la sección de medicina del sueño del Cemic en Buenos Aires y miembro de la Asociación, quien ya publicó tres trabajos relacionados con el “Covid-somnia”.
Las mujeres, los más jóvenes y el personal de la salud están entre los grupos más afectados por el “Covid-somnia”. Para el doctor Garay, “será necesario implementar medidas de políticas de salud mental para que la gente pueda recuperarse del impacto de la pandemia en el sueño. Atravesar la pandemia puede generar estrés post-traumático y hay que prepararse como sociedad para reducir su impacto”.
La enfermedad COVID-19 también tiene particularidades que afectan más la percepción del riesgo. Con la segunda ola de la pandemia, aumentó el número de personas menores de 60 años con cuadros graves que requirieron internación y las terapias intensivas de los hospitales se desbordaron. “La gente se contagia, y siente que su destino es incierto. En una semana, puede seguir adelante en su casa o puede estar en terapia intensiva con un cuadro grave. Esa incertidumbre también genera angustia”, sostuvo el doctor Pérez Chada.
¿Qué se puede hacer hoy para reducir el “Covid-somnia”? Según el doctor Garay, es clave poner en práctica la higiene del sueño. “Fijarse un horario regular para irse a dormir, evitar las maratones de series y películas en Netflix y otras opciones, y reducir el consumo de alcohol, marihuana y otras sustancias durante el día”, precisó.
Se desaconseja el uso de psicofármacos por automedicación para dormir -alertó el doctor Garay-, y hay que reducir el uso de pantallas con luz azul porque también hacen que las personas no tengan sueño. “En algunas personas, se puede indicar por prescripción médica el uso del medicamento melatonina para regularizar el sueño”, puntualizó.
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