Las primeras oleadas de crudo tocan ya algunas islas del delta del Mississippi y el grueso de la mancha (dos veces la Comunidad Valenciana) se encuentra a tan sólo 100 millas de la costa. Una fuerte tormenta, prevista para hoy, podría acelerar su llegada y aniquilar las esperanzas de que las barreras protectoras situadas junto a las costas sirvan para frenar el que se espera sea el peor desastre ecológico de la historia de Estados Unidos.
Nada menos que 400 especies animales están amenazadas y los pescadores de las zonas afectadas han exigido indemnizaciones a la petrolera BP, responsable de la catástrofe, ante la inminente desaparición de la pesca.
La gravedad de la situación llevó ayer al gobernador del estado de Florida, Charlie Crist, a seguir los pasos de la vecina Luisiana y decretar el estado de emergencia ante la amenaza directa que representa para la costa noroeste del estado la «marea negra» que ya ha comenzado a manchar las costas de Luisiana.
Crist declaró el estado de emergencia para Panhandle en los condados costeros de Escambia, Santa Rosa, Okaloosa, Walton y Bay, debido a la amenaza que entraña para esta zona el vertido de crudo en el Golfo de México de una plataforma de exploración petrolera que explotó y se hundió el 23 de abril. Debemos tomar las «precauciones oportunas para proteger nuestros recursos naturales, playas y otros ecosistemas costeros, así como el bienestar general del estado», expresó el gobernador en un comunicado.
El continuo vertido de la plataforma «Deepwater Horizon», de la petrolera British Petroleum (BP), que se hundió dos días después de la explosión, es un peligro para la costa de Florida, ya que los «esfuerzos para contener el escape del pozo no ha tenido éxito», agregó.
La mancha negra «se está moviendo en general hacia el norte y supone una amenaza para las costas de Florida», enfatizó. Fuentes oficiales indicaron que en estos momentos el pozo submarino donde se encontraba la plataforma que se hundió en el Golfo de México está derramando diariamente unos 5.000 barriles de petróleo, cinco veces más de lo que se creía inicialmente.
Horas antes, el presidente Barack Obama abordó la cuestión del derrame desde la Casa Blanca. «He despachado con los secretarios de Interior, Seguridad Nacional, el administrador de la Agencia de Protección de Medio Ambiente, mi asistente de Política de Energía y Cambio Climático y el responsable de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica para asegurarnos que hacemos lo necesario para responder a este acontecimiento. Espero sus informes sobre el terreno hoy», destacó ayer Obama desde el Jardín de la Rosaleda. «BP es el último responsable según la ley de pagar los costes de las operaciones de respuesta y limpieza, pero estamos preparados para asumir nuestras responsabilidades y ayudar a las comunidades».
BP anunció ayer que pagará todos los daños relacionados con el derrame de crudo. El coste para la industria pesquera de Luisiana podría ser de 2.500 millones de dólares, mientras que el impacto en el sector turístico podría ascender a los 3.000 millones. Ayer por la mañana, las acciones de BP cayeron en la Bolsa mientras registraban unas pérdidas de alrededor de 20.000 millones de dólares.
«También hemos enviado equipos al Golfo para inspeccionar las perforaciones en aguas profundas y las plataformas. Que quede claro que creo que la producción de petróleo nacional es una parte importante de nuestra estrategia de energía y seguridad, pero siempre he dicho que se debe hacer de forma responsable por la seguridad de los trabajadores y el medio ambiente», destacó Obama.
La Casa Blanca ha prohibido las perforaciones petroleras en nuevas áreas hasta que se realicen las investigaciones sobre la explosión y el hundimiento de la plataforma. Esta decisión supone un cambio radical a la postura del presidente Obama de habilitar franjas de la costa estadounidense para la búsqueda del preciado oro negro. Hasta el jueves, Obama había defendido sus planes a pesar de las insistencias de los ecologistas. Pero ayer cambió de opinión.
Fuente: La Razón